Una sociedad indolente.
Una
sociedad indolente.
Hay
que ser muy desgraciado en la vida para transmitir en vivo un suicidio, una
muerte o un asesinato peor aún hay que ser muy morboso para compartir imágenes
y vídeos del mismo por redes sociales.
Las
redes sociales nos han llevado a los comunicadores a practicar un concepto del
periodismo digital la “inmediatez” en lo cotidiano de nuestras vidas, sin
embargo y desde mi óptica lo estamos haciendo mal. Si bien es cierto que
transmitir eventos en vivo y en directo genera un rating positivo en la
audiencia, algunos casos como la transmisión de asesinatos en vivo en estados
unidos y la transmisión de la tragedia ocurrida en Ibagué han
causado estupor y levantado voces en contra de quienes así lo hicieron.
Pero
no solamente somos los comunicadores los que damos mal uso a tan importante
herramienta, la gente del común también se encarga de ver y compartir este tipo
de contenidos que en nada benefician a nuestra sociedad y por el contrario nos
marcan como una sociedad amarillista y morbosa.
¿Qué
nos pasa? ¿Ya no hay respeto ¿El afán de tener un momento
"viral" nos ha hecho perder nuestro sentido Humano? ¿No nos duele el
corazón al presenciar una situación de este tipo? Esta y más preguntas corren
por mi mente ante la tragedia ocurrida en Ibagué, en donde una madre se suicidó
llevándose consigo a su hijo.
Esta
tragedia ha llegado a lo profundo de nuestros corazones a muchísimas personas,
ha tenido más impacto que cualquier otro caso de suicidio o asesinato en los
últimos años, la llamo tragedia dado que me imagino la lucha de esa madre para
llegar a esa circunstancia, algunos se han atrevido a tildarla de asesina, pero
¿Quiénes somos para juzgarla?
Las
últimas informaciones indican que ella era una mujer trabajadora, vendía cosas
por catálogo pero estaba pasando por inmensas dificultades
económicas, la habían desalojado de la casa donde vivía con su hijo
y estaba bajo el acoso de los cobradores del gota a gota, quienes
seguramente la tenían amenazada a ella y su hijo.
Me
imagino todas las veces que pidió ayuda, todas las puertas que le
cerraron, supongo que se sintió infinitamente sola y sin alternativas para
tomar esa decisión porque estoy seguro que una madre que sacó adelante a su
hijo durante diez años no sería capaz de cometer un asesinato, me lo dice mi
intuición y lo ratifica mi corazón paterno.
Aun
en el momento que estaba en el puente pudo pensar en arrepentirse pero ¿qué le
esperaba si así lo hubiese hecho? Seguramente una condena por tentativa de
homicidio, alejándola de su hijo y dejándolo en el limbo de una institución
caracterizada por los malos manejos con los niños, tal vez contempló todas las
alternativas posibles pero intuyó que esta sociedad indolente en la que vivimos
no le brindaría un buen futuro a su hijo, en medio de su amor de madre pudo
haber pensado que esa era la única salida que les quedaba.
Qué
Dios perdone a esa madre que cometió tan trágica acción
Hay
que ser muy desgraciado en la vida para transmitir en vivo un suicidio, una
muerte o un asesinato peor aún hay que ser muy morboso para compartir imágenes
y vídeos del mismo por redes sociales.
Las
redes sociales nos han llevado a los comunicadores a practicar un concepto del
periodismo digital la “inmediatez” en lo cotidiano de nuestras vidas, sin
embargo y desde mi óptica lo estamos haciendo mal. Si bien es cierto que
transmitir eventos en vivo y en directo genera un rating positivo en la
audiencia, algunos casos como la transmisión de asesinatos en vivo en estados
unidos y la transmisión de la tragedia ocurrida en Ibagué han
causado estupor y levantado voces en contra de quienes así lo hicieron.
Pero
no solamente somos los comunicadores los que damos mal uso a tan importante
herramienta, la gente del común también se encarga de ver y compartir este tipo
de contenidos que en nada benefician a nuestra sociedad y por el contrario nos
marcan como una sociedad amarillista y morbosa.
¿Qué
nos pasa? ¿Ya no hay respeto ¿El afán de tener un momento
"viral" nos ha hecho perder nuestro sentido Humano? ¿No nos duele el
corazón al presenciar una situación de este tipo? Esta y más preguntas corren
por mi mente ante la tragedia ocurrida en Ibagué, en donde una madre se suicidó
llevándose consigo a su hijo.
Esta
tragedia ha llegado a lo profundo de nuestros corazones a muchísimas personas,
ha tenido más impacto que cualquier otro caso de suicidio o asesinato en los
últimos años, la llamo tragedia dado que me imagino la lucha de esa madre para
llegar a esa circunstancia, algunos se han atrevido a tildarla de asesina, pero
¿Quiénes somos para juzgarla?
Las
últimas informaciones indican que ella era una mujer trabajadora, vendía cosas
por catálogo pero estaba pasando por inmensas dificultades
económicas, la habían desalojado de la casa donde vivía con su hijo
y estaba bajo el acoso de los cobradores del gota a gota, quienes
seguramente la tenían amenazada a ella y su hijo.
Me
imagino todas las veces que pidió ayuda, todas las puertas que le
cerraron, supongo que se sintió infinitamente sola y sin alternativas para
tomar esa decisión porque estoy seguro que una madre que sacó adelante a su
hijo durante diez años no sería capaz de cometer un asesinato, me lo dice mi
intuición y lo ratifica mi corazón paterno.
Aun
en el momento que estaba en el puente pudo pensar en arrepentirse pero ¿qué le
esperaba si así lo hubiese hecho? Seguramente una condena por tentativa de
homicidio, alejándola de su hijo y dejándolo en el limbo de una institución
caracterizada por los malos manejos con los niños, tal vez contempló todas las
alternativas posibles pero intuyó que esta sociedad indolente en la que vivimos
no le brindaría un buen futuro a su hijo, en medio de su amor de madre pudo
haber pensado que esa era la única salida que les quedaba.
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