El derecho de Juzgar.
El derecho de
Juzgar.
En Colombia
estamos mal acostumbrados a soportar día a día situaciones inhumanas que nos
rompen el corazón y a veces el alma a la mayoría de los colombianos.
Digo mal
acostumbrados porque los hechos que suceden en nuestro país nos han vuelto de
alguna manera insensible ante tantos casos de asesinatos, abusos, corrupción,
etc, etc, etc, al punto que poco
reaccionamos frente a este tipo de hechos.
En otros países
los escándalos logran generar reacciones positivas en la sociedad, por ejemplo
en Finlandia la presión de la sociedad ante el escándalo de los “Panama Papers” hizo renunciar al primer ministro Sigmundur
David Gunnlaugsson.
Aquí
desafortunadamente reaccionamos, pero de manera negativa, y lo hacemos para criticar
y aún peor lo hacemos para juzgar.
Somos una
sociedad con una sed insaciable de criticar, lo hacemos con los vecinos con los
enemigos, con los amigos y hasta con la
familia, nos gusta, parece que lo lleváramos en la sangre, pareciera que
estamos preparados genéticamente para juzgar a las personas y decirles a sus espaldas como deberían, ser, actuar y
hasta pensar, creo que nos gusta ver la paja en el ojo ajeno.
Me afirmo en
este concepto cuando veo la polarización que impera en nuestro país ante
cualquier evento, tragedia, accidente, suceso u acontecimiento, por no
mencionar el tema político que es inmensamente más explícito.
Somos demasiado
radicales y adoptamos posturas extremas de acuerdo a la situación de manera muy
fácil sin siquiera ahondar en el contexto de las situaciones.
Pero quién nos
dio ese derecho, quienes somos para juzgar con tanta severidad a los
demás, acaso está consagrado en algún
parágrafo o artículo de cualquier documento, creería que no, por el contrario
he leído todo lo contrario.
El principal
problema de juzgar es que obviamos el contexto y nos volvemos radicales,
dejando por fuera considerar ponernos en el lugar de los demás, únicamente para
tratar de entender las motivaciones de las personas frente a sus acciones.
No hablo de entender
a los asesinos, violadores, corruptos ni mucho menos, pero en algunos casos las
personas actúan porque las circunstancias los han arrastrado a cometer acciones
en contra de la sociedad, y es que algunas veces el contexto puede cambiarlo
todo.
Mi reflexión va
encaminada a que si tal vez nos detuviéramos un segundo a pensar en los demás,
en sus motivaciones, si tan sólo fuéramos un poco más humanos a la hora de
elevar nuestras críticas, si pudiéramos comprender que no todas la veces
tenemos la razón, o que la razón no es absoluta Lograríamos avanzar como país y
reduciríamos tanto odio que existe en nuestra sociedad.
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