Estrategas políticos o culebreros?
Por estas fechas
aparecen por doquier muchos pseudo
expertos en marketing político, gurús y magos de las redes que se han formado a
punta de ver “House of card´s”, “Designe Survivor” o en el peor de los casos “Ingobernable”.
Estamos ad portas
de unas elecciones regionales y desde hace varios meses los candidatos más
juiciosos han creado sus equipos y comenzaron a trabajar, muchos conscientes de
la importancia, han buscado incorporar a
su equipo un estratega político pero han encontrado en su búsqueda a mucho
culebrero hecho a punta de Netflix.
Un consultor en
marketing político debe ser una persona con experiencia especifica en campañas políticas,
que haya participado directamente, ojalá que haya pegado afiches, cargado
sillas, entregado refrigerios, gerenciando una campaña o que haya llevado la agenda, en fin, que haya vivido en carne
propia el ajetreo de una campaña para que pueda entender las dificultades y las
vicisitudes propias que tiene que experimentar un candidato.
También debe
tener un conocimiento de la política local y nacional para que pueda formular
articulaciones entre ambas en beneficio de la candidatura, debe saber de administración
pública para saber qué se puede o no se puede hacer, debe saber mucho de estadística,
mercadeo, publicidad, política, Marketing digital y medios de comunicación.
La preparación
profesional es muy importante, el marketing político evoluciona y seguirá
evolucionando, tecnificándose y utilizando herramientas modernas que midan su
impacto real en una campaña, pero de nada sirve tener un doctorado si no se han
comido la calle en la que piensa implementar sus estrategias, hacer Marketing político
desde la oficina no funciona hay que conocer la realidad del lugar donde se
piensa formular.
Debe tener la
capacidad de hacer política sin viseras, sin sentirse afligido ni permitir que sus emociones se infiltren en la campaña,
al contrario debe tener la capacidad para levantar en al ánimo en los momentos difíciles
y sobre todo para no ser el comité de aplausos que tanto quieren los candidatos
pero que hacen un daño inmenso en la campaña.
Todo esto no
basta, el estratega político debe tener un componente fundamental y es el pensamiento
proactivo, debe tener la capacidad de adelantarse al futuro, de calcular el
impacto de las acciones de prever a los contendores y anticipar sus
movimientos.
Y por último y
no todos lo tienen, debe tener la malicia indígena que tanto se ha perdido pero
que es necesaria y fundamental para este trabajo.
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